lunes, 8 de julio de 2013

5 Poemas de Jorge Gaitán Durán













1

Se juntan desnudos

Dos cuerpos que se juntan desnudos
solos en la ciudad donde habitan los astros
inventan sin reposo el deseo.
No se ven cuando se aman, bellos
o atroces arden como dos mundos
que una vez cada mil años se cruzan en el cielo.
Sólo en la palabra, luna inútil, miramos
cómo nuestros cuerpos son cuando se abrazan,
se penetran, escupen, sangran, rocas que se destrozan,
estrellas enemigas, imperios que se afrentan.
Se acarician efímeros entre mil soles
que se despedazan, se besan hasta el fondo,
saltan como dos delfines blancos en el día,
pasan como un solo incendio por la noche.



2

Amantes

Somos como son los que se aman.
Al desnudarnos descubrimos dos monstruosos
desconocidos que se estrechan a tientas,
cicatrices con que el rencoroso deseo
señala a los que sin descanso se aman:
el tedio, la sospecha que invencible nos ata
en su red, como en la falta dos dioses adúlteros.
Enamorados como dos locos,
dos astros sanguinarios, dos dinastías
que hambrientas se disputan un reino,
queremos ser justicia, nos acechamos feroces,
nos engañamos, nos inferimos las viles injurias
con que el cielo afrenta a los que se aman.
Sólo para que mil veces nos incendie
el abrazo que en el mundo son los que se aman
mil veces morimos cada día.


Amantes II

Desnudos afrentamos el cuerpo
como dos ángeles equivocados,
como dos soles rojos en un bosque oscuro,
como dos vampiros al alzarse el día,
labios que buscan la joya del instante entre dos muslos,
boca que busca la boca, estatuas erguidas
que en la piedra inventan el beso
sólo para que un relámpago de sangres juntas
cruce la invencible muerte que nos llama.
De pie como perezosos árboles en el estío,
sentados como dioses ebrios
para que me abrasen en el polvo tus dos astros,
tendidos como guerreros de dos patrias que el alba separa,
en tu cuerpo soy el incendio del ser.

3


Quiero

Quiero vivir los nombres
Que el incendio del mundo ha dado
Al cuerpo que los mortales se disputan:
Roca, joya del ser, memoria, fasto.
Quiero tocar las palabras
Con que en vano intenté hurtarte
Al duelo de cada día,
Estela donde habitaban los dioses,
Hoy lisa, espacio para el gesto imposible
Que en el mármol fije el alma que nos falta.
No quiero morir sin antes
Haberte impuesto como una ciudad entre los hombres,
Quiero que seas ante la muerte
El único poema que se escriba en la tierra.




4



Si mañana despierto

De súbito respira uno mejor y el aire de la primavera
llega al fondo. Mas sólo ha sido un plazo
que el sufrimiento concede para que digamos la palabra.
He ganado un día, he tenido el tiempo
en mi boca como un vino.

Suelo buscarme
en la ciudad que pasa como un barco de locos por la noche.
Sólo encuentro un rostro: hombre viejo y sin dientes
a quien la dinastía, el poder, la riqueza, el genio,
todo le han dado al cabo, salvo la muerte.

Es un enemigo más temible que Dios,
el sueño que puedo ser si mañana despierto
y sé que vivo.
Mas de súbito el alba
me cae entre las manos como una naranja roja.


5

¡Vengan cumplidas moscas!

Cuántas veces de niño te vi
cruzar por mi alcoba de puntillas.
Enhebrabas tu aguja con manos
más ligeras que los días.

Luego te olvidé. No es poca cosa
vivir. El mundo es bello y el deseo
vasto. (Que lo diga Ulises,
cuando nada en el mar y come uvas
después de la batalla). Mas cada
año acortabas el hilo, zurcidora
aplicada.
                Como una madre
o Penélope siempre lozana me has
guardado fidelidad. ¡La única!

Empollabas la herencia con tus
mimos. Solícita, cuidabas huesos,
dientes, toda la ruin materia
que te ceba.
                      ¿Vale más el alma?
No encontraste nada en la mía
que e hiciera rey. Quedaba poco
cuando destapaste el pudridero.

¡Vengan cumplidas moscas! Hoy te pago
el ansia con que viví cada momento.

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